miércoles, 10 de junio de 2009

¿Qué es la Renovación Carismática Católica?


Para mejor entender, diremos primero qué no es la RCC. No es un movimiento de la Iglesia Católica, tal como podrían ser El Camino Neocatecumenal, o Los Focolares o la Legión de María o tantos otros más.
La RCC es en realidad la Iglesia en Movimiento. Es una corriente de gracia derramada sobre la cristiandad, la cual todos podemos y debemos aprovechar.
Esa gracia de Dios es para toda la Iglesia, no solamente para algunos que decidan “pertenecer”, es esperar, recibir y consagrarse a la “Promesa del Padre”, es decir la Tercera Persona de la Santísima Trinidad: El Espíritu Santo.
Esperar: en el momento de su partida, Jesús el Cristo de Dios Padre les dijo a sus apóstoles: “permanezcan en Jerusalén, en oración hasta que sean investidos con el Poder de Lo Alto”. Ellos lo hicieron, se unieron a María la Madre de Dios y Madre nuestra, y perseveraron en oración durante diez días, hasta que el domingo siguiente tuvieron su primer Pentecostés.
Recibir: en ese primer Pentecostés, María y los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo tal como había sido prometido ya desde el Antiguo Testamento “Dios derramará de su Espíritu sobre quienes se lo pidan”.
Antes de este acontecimiento, el Espíritu Santo ya había estado otras veces, CON los hombres, SOBRE los hombres, pero a partir de ahora estaría EN los hombres para siempre.
Consagrarse: al Espíritu Santo, quiere decir orientar toda la vida a la voluntad de Dios, vivir por y para la mayor Gloria de Dios, para la construcción, para la extensión del Reino de Dios. Desde la familia, los amigos, el trabajo, el estudio, el club deportivo, desde el lugar en donde el hombre se encuentre será testimonio viviente de Cristo, será un seguidor de Cristo, vale decir será un Cristiano. Y, como Él dijo, viviendo de ese modo: “en eso se conocerá que son discípulos míos”.
El común denominador de la RCC es el “Bautismo en el Espíritu Santo”. Para mucha gente, este derramamiento del Espíritu en una forma nueva, poderosa, que transforma vidas, se realiza en el contexto de un seminario diseñado especialmente llamado “Vida en el Espíritu”, aunque muchos han sido “bautizados en el Espíritu” fuera de dicho seminario.
[1]La Renovación en el Espíritu Santo o Renovación Carismática Católica es una corriente mundial, pero no uniforme, ni unificada. Ya que teniendo un núcleo común en diversos países presenta variadas expresiones. No tiene un fundador particular, ni un grupo de fundadores como muchos otros movimientos, pues es el Espíritu Santo quien la hizo nacer en la Iglesia de una manera espontánea en el deseo y en la expectativa de una nueva experiencia de Pentecostés.
La Renovación es una reunión muy diversa de individuos, grupos, actividades, con frecuencia del todo independientes unos de otros, en diferentes grados y modos de desarrollo y con diversos énfasis; y sin embargo participan de la misma experiencia fundamental y persiguen los mismos objetivos generales.
Breve reseña histórica

La Renovación en el Espíritu Santo aparece en la Iglesia Católica en un momento en que se comenzaba a buscar caminos para poner en práctica la "renovación de la Iglesia" querida, ordenada, e inaugurada por el Concilio Vaticano II.
"La Renovación en el Espíritu es, como una segunda gracia de Dios a la Iglesia y al mundo, después de esa primera gracia que fue el Concilio Vaticano II, gracia pentecostal eclesial a nivel de "obispos"; la Renovación es una gracia pentecostal eclesial a nivel "grande Comunidad Cristiana" "[2]
La Renovación Carismática surge en Pittsburgh, durante el año 1966, un grupo de profesores miembros de la Universidad de Duquesne del Espíritu Santo se reunían frecuentemente en ratos de oración fervorosa y en conversaciones acerca de la vitalidad de la fe. Pero iban sintiendo que algo faltaba en su vida cristiana, cierto vacío, falta de dinamismo, debilidad espiritual en sus oraciones y en su vida apostólica...Como si todo dependiera de sus solos esfuerzos...
Conscientes del “Pentecostés” que hizo nacer a la Iglesia primitiva, comenzaron a pedir la fuerza de ese mismo Espíritu, pidiéndole una renovación de su vida cristiana.
El 6 de enero de 1967, conmemoración de la Epifanía del Señor y conmemorando el Bautismo del Señor y su unción con el Espíritu Santo se reunieron a orar con teólogos pentecostáles en una casa de familia implorando para todos la fuerza del Espíritu y en una segunda reunión, el 20 de enero recibieron el "bautismo en el Espíritu Santo".
Ese fue el comienzo de una corriente de gracia que se extendió por todo el mundo en 33 años.
"La Renovación en el Espíritu no es solamente una moda. Sus frutos se perciben de inmediato: se trata de una fuerte acción espiritual que cambia vidas. No es solamente un "re-avivamiento", sino una verdadera "renovación", un rejuvenecimiento, un frescor, una actualización de posibilidades nuevas que surgen de la Iglesia siempre antigua y siempre nueva"[3]

Este modelo de relaciones sumamente flexibles se encuentra a nivel diocesano y nacional, como también a nivel internacional. Tales relaciones se caracterizan muy frecuentemente por su libertad de asociación, diálogo y colaboración, más que por su integración o por una estructura organizada. La Renovación tampoco tiene un centro de gobierno ya sea internacional o nacional, esta nace en la Iglesia y de la Iglesia, por tanto su pertenencia natural es a la parroquia y a la diócesis.
El liderazgo se caracteriza más que por un gobierno, como un ofrecimiento de servicio para aquellos que lo desean.

Objetivos de la RCC en la Iglesia y el mundo[4]:

Ø Promover una conversión personal, madura y continua a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.
El cristiano debe renovarse en la Fe y por lo consiguiente en el seguimiento del Salvador. Esa reconversión diaria, esa renovación es un acto volitivo, es decir depende de la voluntad de la persona, de su deseo de un encuentro personal con Jesús. Y por supuesto está siempre presente el deseo de Dios de que la persona se acerque nueva y definitivamente a Él. De no efectuarse ese encuentro personal con Dios, el cristiano podrá saber mucho sobre Él, pero no lo habrá experimentado en su corazón y en su vida y le será muy difícil ser un verdadero discípulo misionero de Cristo.

Ø Propiciar una apertura decisiva hacia la persona del Espíritu Santo, su presencia y su poder.
La Renovación Carismática, que se reconoce a sí misma como un nuevo Pentecostés hoy, invita y exhorta vivamente la los fieles a que abran todo su ser, para ser llenos de la presencia santificadora del Espíritu y recibir su fuerza para poder dar testimonio de Jesús en el mundo de hoy.

Ø Fomentar la recepción y el uso de los dones espirituales (carismas), no solamente en la RCC, sino en la Iglesia entera. Estos dones, ordinarios y extraordinarios, se encuentran abundantemente en laicos, religiosos y clérigos. Su justa comprensión y uso correcto, en armonía con otros elementos de la vida de la Iglesia, son una fuente de fuerza para los cristianos en su camino hacia la santidad y en el cumplimiento de su misión.

Ø Animar la obra de la evangelización en el Poder del Espíritu Santo. Impulsando la Nueva Evangelización, en su ardor, en sus métodos y en su expresión.

Ø Impulsar un crecimiento progresivo en santidad: mediante el uso correcto de los dones, la participación en una rica vida sacramental y litúrgica, el aprecio por la tradición de la oración y espiritualidad católicas, la formación progresiva en la doctrina católica guiada por el Magisterio de la Iglesia, la participación en el plan pastoral de la Iglesia y el énfasis en el llamamiento universal a la santidad.

[1] Hasta el final, P. Miguel Pastorino: Apuntes sobre la Renovación Carismática
[2] Card. L.J. Suenens, Comunicación sobre la Renovación Carismática y la Evangelización. Asamblea plenaria de la Sagrada Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Roma 19-22 de abril de 1983.
[3] Ives Congar, Congreso Teológico Internacional de Pneumatología, Roma, 22-26 de marzo de 1982.
[4] Tomado (no textual) del documento del ICCRS en Roma, presentado al Pontificio Consejo para los Laicos.

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